Estudios recientes han llegado a la conclusión de que una deficiente salud bucodental puede alterar el rendimiento escolar de los niños.
Aquellos alumnos que tenían algún tipo de enfermedad o dolencia en la boca, producto de caries u otro origen, han mostrado más alteraciones en los registros de asistencia y logros académicos.
Los niños que acusaban dolor dental originado por caries, tenían notas mucho más bajas que aquellos que tenían la boca sana.

Asimismo, se verían alteradas las ausencias a clases y las de sus padres al trabajo.

El deterioro dental, sus efectos sobre la estética y el habla, así como la pérdida de dientes, afectan al desarrollo del niño, su autoestima y su relación con el entorno social al punto de comprometer su éxito en el futuro.

El desconocimiento y la dificultad para poder transmitir dolor, hace que se manifiesten con otro tipo de alteraciones como ansiedad, fatiga, irritabilidad, depresión o desgano en participar en actividades escolares y extraescolares.

Por norma general, los padres suelen estar atentos y se preocupan por la formación de sus hijos. Tanto en lo que se refiere a actividades extracurriculares, artísticas o deportivas y otras en las que en definitiva ayudan en el desarrollo del niño.

¿Se preocupan también de la visita al odontólogo de manera rutinaria? ¿O solo lo hacen cuando hay dolor, inflamación de la cara o no pueden comer correctamente?
Las visitas al dentista deben ser rutinarias y preventivas. De vigilancia activa para evitar problemas no solo cuando haya inflamaciones o manifestaciones clínicas de patología.

El cuidado de la salud bucal y general del niño, así como el empleo de elementos de higiene y co-adyuvantes preventivos como el flúor o los selladores, nos van a garantizar un menor impacto en las alteraciones bucales, aumento en el rendimiento académico y reducción de faltas.

Por suerte, en nuestro país las autoridades han visto la necesidad y la importancia de mantener una salud bucal óptima y han creado, dependiendo de las comunidades, un programa de atención dental infantil, que cubre las necesidades de niños de 6 a 16 años en clínicas privadas, abonando la Seguridad Social los tratamientos realizados.
Una campaña de prevención que ahorra tiempo y dinero al país en posteriores tratamientos correctivos de jóvenes y adultos, sin importar el nivel social ni económico.

 

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